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Vacas locas: Extraño comportamiento



La encefalopatía espongiforme bovina (EEB), es más conocida como enfermedad de las vacas locas, es una enfermedad que afecta al sistema nervioso central. Esta enfermedad es causada por una proteína defectuosa llamada prión, que tiene la capacidad de hacer que las proteínas normales cambien su estructura y se vuelvan también defectuosas, llegando a formar agujeros en el cerebro, el cerebro llega a adquirir una textura similar al de una esponja.

Se desarrollo en bovinos que eran alimentados con harina a base de carne y huesos provenientes de ovejas y cabras que tenían una enfermedad neurológica llamada Scrapie; se pensó que esta enfermedad no afectaría al ganado vacuno pero al querer ahorrar el costo de producción, reduciendo la temperatura y el tiempo de tratamiento de los restos, dicha enfermedad llego a afectar también a las vacas.

La primera epidemia de la enfermedad de las vacas locas apareció en Gran Bretaña en 1984 y afecto a más de 1800000 animales, tuvieron que sacrificar miles de vacas, e incinerar los restos ya que los priones son muy resistentes. Ya que los británicos no tomaron medidas para proteger al consumidor hasta finales de 1989, la población estuvo expuesta a los agentes infecciosos durante seis años.
Esta enfermedad afecta a bovinos adultos de cualquier raza o sexo ya que el periodo de incubación del prión es generalmente de unos cuatro años. Pero se da en mayor medida en vacas de producción lechera y en menor medida en vacas de producción cárnica.

No se tiene una certeza de si existe la posibilidad de transmisión de priones entre animales de la misma especie, es decir vaca – vaca, por ello al cambiar las formas de alimentación de las vacas la epidemia puede desaparecer.

Las vacas al contraer la enfermedad, parecen nerviosas, agresivas, se vuelven muy sensibles a los ruidos, sufren de temblores, caídas frecuentes, pierden peso, desciende la producción de leche, tienen dificultades para caminar.
En el año 1989 las autoridades inglesas adoptaron medidas para evitar la propagación de la enfermedad en los bovinos, entre ellas la prohibición de la utilización de tejidos de ovejas y cabras en la preparación de alimentos para el ganado.

Las partes del bovino que se consideraron de alto riesgo de contaminación fueron: la médula espinal, el cerebro, los ojos, las amígdalas, los intestinos, los riñones, el hígado, el pulmón, el páncreas, los nódulos linfáticos y la placenta. Las que no se consideran de riesgo son: los músculos, la lengua, tampoco la leche, el semen y la saliva.

En muchos países las autoridades sanitarias tuvieron que establecer medidas estrictas para la importación de carne bovina de los países europeos donde existe la encefalopatía espongiforme bovina.

Pero el problema no queda solamente en los bovinos, existe la posibilidad de que sea una enfermedad transmisible al hombre a través de la ingestión de carne proveniente de vacas infectadas, pero aún no se ha demostrado plenamente. La enfermedad de Creutzfeld - Jacob (CJD) es una variante humana de la encefalopatía espongiforme bovina, dicha enfermedad de manifestó en la Unión Europea. Las personas infectadas presentaron síntomas de tipo nervioso, como dificultades para conciliar el sueño, problemas de visión, descoordinación, demencia, cambios de personalidad, deterioro de la memoria, insomnio, depresión, la pulmonía y otras infecciones ocurren a menudo, pueden perder el control de la vejiga, con el tiempo pierden la capacidad de moverse, hablar y entran en coma y produce la muerte en un año.

Según estadísticas el riesgo para el consumo aumenta con la edad de los animales. El 85% de la carne consumida procede de reses jóvenes entre 6 y 18 meses, que son las que presentan menos riesgo.
Laura Zegarra V.

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